dos gatos negros me caminan entre las piernas
y un borracho camina por la vereda balbuceando verdades absolutas
los autos bailan alrededor de él, dan vueltas en círculos, espirales de humo me envuelven
logro escuchar algunos de sus alaridos de infamias incomprobables que se pierden entre los movimientos serpenteantes
la ciudad se transforma en una masquerade de asfalto y ollín
y la oscuridad es de alta alcurnia, brilla en todo su esplendor
hoy voy a rezar por el alma de todos y cada uno de ellos
que no logran reconfortarse con la belleza de los ojos ámbar
de dos gatos callejeros
y rogar que alguien nos proteja
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